Siempre digo que mi mejor amigo es el padre de mis hijos. Y créanme que no lo digo por congraciarme con él ni nada por el estilo. Sinceramente, ya vamos a cumplir veintitrés años de estar juntos, de andar uno junto al otro pasando por las situaciones que nos planteó la vida, y creo que la única forma de que el amor se mantenga en pie a través del paso del tiempo es que está basado en una profunda amistad. Una amistad sincera en la que uno comprende al otro y se pone en su lugar a la hora de criticarlo, y en la que ambos nos procuramos apoyo para los proyectos personales que cada uno tiene paralelos a los familiares.
Como toda pareja pasamos por momentos de competencia, de tires y aflojes de poder, de mayor o menor cercanía, y acabamos enraizando la pasión del amor en un terreno de amistad compuesto principalmente por respeto.
Como buenos amigos respetamos la intimidad y la privacidad del otro. Cuando tengo una pena o una alegría, es la primera persona a la que voy a contársela, porque sé siempre tendrá tiempo para compartir cualquiera de las dos. Sé que puedo contarle cualquier cosa que me pase o que desee, que comprenderá o intentará comprender y no habrá juicios ni prejuicios.
Ha sido y es mi gran apoyo, mi confidente, mi compañero de juergas y también de desventuras. Siempre les he dicho a mis hijos que, a la hora de buscar pareja, se aseguren de que la persona que están eligiendo será su mejor compañero de juegos, que no les fallará cuando lo necesiten y que jamás usará la información recibida en su contra. En definitiva, que esa persona nunca vaya a convertirse en su enemigo.
Entonces, toca elegir un libro para Marcelo. Para él:
Flores robadas en los jardines de Quilmes, de Jorge Asís.
1 comentario:
como me gustaria encontrar a una personita asi! me alegra mucho que tu la hayas encontrado, me emociono mucho lo que dijiste :)
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