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sábado, 1 de octubre de 2011

El reto de los 30 libros - día veintinueve

La consigna del día es: uno que se haya robado.

Ja! ¿Miento o digo la verdad? Estás rodeada, Indiana.... jejej

Primero les digo el nombre, y después les cuento la historia:

Esperándolo a Tito, de Eduardo Sacheri.




Corría el año... (no me acuerdo que año era), pero fue hace mucho. En aquella época Sacheri no era famoso como ahora. Ocurrió en ..... (me acuerdo del lugar, pero si lo digo me mando al frente y me vienen a buscar con escolta policial, jejeje), bueno, ahí donde ocurrió era una biblioteca. Había muchos libros para elegir, pero ese libro... me pareció que emitió un suspiro a mis espaldas. Lo saqué del anaquel y lo ojeé sin leerlo. Linda tapa, aunque no era la gran cosa. Sacheri el autor, aunque no lo conocía. Fui con el librito hasta el mostrador y pedí que me lo anotaran. Me lo llevé a casa.
Lo empecé a leer después de la cena. Lo terminé antes de irme a dormir. Quedé fascinada. Fantásticamente fascinada. Volví a leerlo al otro día. Seguía fascinándome. 
Me metí en google a ver dónde lo podía comprar. No aparecía. Quería quedármelo. Pero me daba vergüenza quedarme un libro que no era mío. Revisé la página final, ahí donde anotan los nombres de quienes se llevan un libro para leer. Lo increíble, el libro había sido ingresado hacía dos años, y yo era la única que lo había pedido. Al pie de esa última hoja estaba el correo electrónico del autor. 
Di unas cuantas vueltas indecisa, pero al fin la caradurez me ganó. Le escribí a Sacheri contándole la historia del libro y que quería quedármelo, pero que tenía que devolverlo.  
Sacheri me contestó. Y entre otras cosas que me puso en el mail, dejó en claro: "los libros no son de los que los compran, son de los que los leen. Tenés mi permiso para afanarteló".
Así tal cual. Y yo le hice caso.

Acerca de Esperandolo A Tito
La lectura de `Esperándolo a Tito`, una magnífica idealización de la amistad, generó las mismas reacciones entusiastas que el anterior. Mientras que con `De chilena` me pasó lo que nunca me había sucedido frente a un micrófono: en medio de la lectura me quebré y la emoción me pudo sin que hubiera modo de disimularlo. Al tiempo, y en mérito a sus virtudes, ascendí a Sacheri a la primera. Esto es: a la apertura del programa, un espacio que considero de privilegio y en el cual sus relatos se alternan con los de un equipo de notables integrado por Osvaldo Soriano, Julio Cortázar, Mario Benedetti, Jorge Luis Borges y Roberto Fontanarrosa, entre otros elegidos. La decisión fue resultado de una teoría que como lector empedernido de cuentos de fútbol elaboré al respecto. Considero que Benedetti con `Puntero izquierdo`, de 1954, es de alguna manera el fundador do del género -si es que hay un género-, que Fontanarrosa es el que interpreta exactamente la locura y pasión que puede generar este deporte, que Soriano retrata como nadie los partidos de los pueblos del interior y sus ritos, mientras que el sentimiento de barrio, el desafío de calzarse los botines y enfrentarse a otra barra o de jugar con una Tango, el registro de las voces del conurbano y sus personajes, ése es territorio de Sacheri. Y si hoy todavía este talentoso escritor no es el dueño absoluto del área, estoy seguro de que muy pronto lo será.

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