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martes, 13 de septiembre de 2011

El reto de los 30 libros - día once

La consigna del día: uno que te haya motivado a visitar algún lugar.

Yo anduve por los caminos de Chiloé, me eché sobre la gramilla protegida solo por grueso poncho de Florián y me quedé viendo el cielo, temblando de deseos de rozarle la mano sin atreverme a hacerlo.


El albergue de las mujeres tristes, de Marcela Serrano, es un libro para soñar. Los paisajes interiores del albergue trazan un plano en cual es fácil moverse, así una sabe dónde está cada una de las "tristes" y no se pierde cuando la autora la lleva de visita hacia alguna de ellas. La infancia de Floreana, su relación con la pareja de la cual acaba de separarse, las confidencias de las "tristes" acerca de sus historias, la realidad en el albergue, las salidas de allí, todo es paisaje. Marcela Serrano es una paisajista de las almas. Por un momento, a una le dan ganas de abrazar a cada una de las habitantes del albergue y sanarle las heridas. 

No solo me hizo soñar con el lugar en el cual se desarrolla la novela, al punto en que fui a la web en busca de paisajes y apuntes geográficos, sino que me motivó a investigar sobre las recetas de cocina que se preparaban y, gracias a este libro, conocí a Loreena MacKennitt. Ese "Tango a Evora", bailado por Florián y Floreana, me motivó a descubrir la música de Loreena (gusto del cual ya no pude desprenderme).
El albergue de las mujeres tristes, es un libro que tiene de todo, romance, psicología, críticas a la sociedad y a la institución familiar de la época, todo con un trasfondo de feminismo que busca unificar criterios con el hombre, que no enfrenta a hombres y mujeres sino que busca explicar y contener los miedos de ambos. 
Llamativamente, el personaje más querible de la historia es el sobrino de Florián, homosexual, sin tapujos, poeta, buen amigo. Recuerdo que cuando leí el libro por primera vez, sentí que a Marcela Serrano se le había escapado eso: una unificación de ambos sexos es la que en el libro grita las verdades. Pero luego, al releerlo, caí en la cuenta de que a Marcela Serrano no se le había escapado nada: lo hizo adrede.

La frase inolvidable: "Cualquier reparación posible pasa por dormir sola".

Algún día, caminaré de verdad por los caminos de Chiloé. 

El albergue de las mujeres tristes es la obra más conocida de Marcela Serrano. Floreana, una historiadora aún más joven y más atractiva de lo que ella misma quiere creer, llega a un albergue muy particular en la isla de Chiloé. Allí, en medio de los paisajes del sur profundo, acuden mujeres diversas para curar las heridas de un dolor común: el desamor de los hombres. Ambivalentes, reprimidos en el sexo, vacilantes en el compromiso amoroso, los hombres sienten miedo frente a la autonomía que las mujeres han ganado. Mientras tanto, en ellas crece la insatisfacción, el «mal femenino» de nuestro tiempo.

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