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domingo, 25 de septiembre de 2011

El reto de los 30 libros - día veinticuatro

La consigna del día es: uno que no le prestaría a nadie.

No soy tan egoísta con los libros como para no prestarlos. Generalmente, vienen y eligen de la biblioteca y se los llevan. La mayoría me los devuelve, algunos no. Entre esos algunos que nunca fueron devueltos (culpa mía por no recordar ni a quién se los presté) he perdido colecciones completas y libros que consideraba muy valiosos. Pero así es la vida; dice el refrán: prestar un libro es perder un amigo, aunque no creo que sea para tanto.

Aún así, los presto. Aún así, ruego encarecidamente que me los devuelvan tal y como yo lo hago cuando me los prestan a mí. 

Si hay un libro de los que habitan mi biblioteca que no prestaría a nadie es:

Rimas, de Gustavo Adolfo Bécquer.





Es que no es un libro común y corriente. En mi biblioteca hay dos ejemplares con este título: uno comuncito (Rimas y leyendas) y uno muy especial.

El especial, el "imprestable" tiene una encuadernación de tapas de madera pirograbadas. En el frente, el retrato de Bécquer con la firma del artista que lo talló. Fue editado por Editorial Pleamar en 1948. Y me lo regaló mi papá.

Sobre que mi padre no es muy regalero, cuando hace un regalo éste consiste en darle a uno un billete para que se compre lo que le dé la gana. Pero hay dos regalos suyos, personalísimos, sin motivo (es decir, no era mi cumpleaños ni nada por el estilo) que conservo y no presto ni que se caiga el mundo: la Stillson roja tamaño mano de mujer, y este libro.

Ambos obsequios escogidos especialmente para mí, con un mensaje tan contradictorio entre ellos que solo podría desatar el más avezado de los analistas... =)

Gustavo Adolfo Becquer vivió su infancia y adolescencia en Sevilla, donde estudió humanidades y pintura. Más tarde, se trasladó a Madrid para desarrollar su carrera literaria, cuyos difíciles comienzos le obligaron a dedicarse al periodismo y a realizar adaptaciones de teatro extranjero para financiar su producción. El éxito comenzó a sonreirle gracias a sus famosas Leyendas y a sus Cartas literarias a una mujer, donde expuso sus teorías sobre la poesía y el amor. Sin embargo, fueron sus Rimas las que le reportaron mayor fama, ya que iniciaron la corriente romántica de poesía intimista inspirada en Heine y opuesta a la retórica y ampolusidad de poetas románticos anteriores, lo que resultó totalmente novedoso.

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