La consigna del día es: un libro de cuentos.
Sin que se me plantee ninguna duda:
Si bien en esta categoría, como admiradora de cuentistas sin capacidad de límite, podría recomendar al menos una decena de libros sin temor a malaconsejar a alguien, elijo este libro por motivos personales muy especiales.
Reina negra a rey blanco ¡Jaque! es el libro que hizo el clik en mi cabeza y me selló la frente. Antes de este libro, yo era una lectora voraz que de tanto en tanto escribía alguna que otra cosa a escondidas, sin posibilidad de crecimiento ni aprendizaje. Allá por mis dieciséis años, en la Biblioteca del Maestro, lo encontré en el catálogo de libros (que era un archivo enorme con cajones pesadísimos que contenía unas fichas de cartón que se movían sobre un riel) que la bibliotecaria me dejaba revisar para elegir mis libros, ya que yo no tenía idea de autores ni de géneros y buceaba en busca de títulos que me llamasen la atención. Allí di con el título y lo pedí.
Lo leí de un tirón, fascinada. Leer a Grimani es saltar de una página a la otra haciendo equilibrio sobre el hilo de las emociones. Sus cuentos provocan reflexión, risa, dolor, llanto, asco, odio, y uno va pasando de un estado al otro a medida que cruza las páginas y se interna en nuevas historias ágiles, claras, ácidas. Esa es la característica de todos los cuentos de este libro: la acidez, un golpe bajo en medio de una escena graciosa, una sonrisa arrancada a la fuerza en medio del relato de una desgracia.
Lo releí unas cincuenta veces, creo, a lo largo de mi vida, porque después lo compré en un puesto de usados de la Plaza Italia. Googleando ahora en busca de su portada para colgarla aquí, lo he visto en venta al irrisorio costo de ocho pesos. ¿Quién puede desprenderse de semejante libro por ocho pesos?
De sus cuentos recuerdo nítidamente la historia de la casa de doble entrada llena de artefactos instalados por un científico alemán. Ese cuento me gustó tanto, que mi primera pareja de pollos en las sierras llevaron el nombre de Álvarez & Popper (los arquitectos que le venden la casa al protagonista).
En conclusión, fue el libro que me hizo decidirme a emprender el camino que vengo transitando. Aquella tarde en la Biblioteca del Maestro, suspiré y me dije: yo quiero escribir como él. Y eso trato.
Sobre el libro: Algunos cuentos míos, sucedidos, vistos, imaginados, oídos. En abanico, histórico o geográfico. Cosmopolita por nacimiento y extracción, no puedo desmentirme a mí mismo y lo soy en mi escritura. Amo a la gente, me preocupan sus penas, comparto sus alegrías. Y quiero que me acompañen en mi deambular por Buenos Aires, por el desierto del Sinaí, por territorio zulú o por Méjico. Pueden diferir las costumbres, las formas, pero las motivaciones profundas son iguales en todas partes. Hemos venido a la vida con interrogantes que jamás nos serán contestados y vemos a diario contradicciones que quizá nunca serán resueltas. Quisiera que cada uno de estos cuentos pudiera servir para algo: divertir, polemizar, fomentar la comprensión con otros seres, anular los motivos de discordia. Pero más que nada, darnos cuenta de que estamos vivos y de que tenemos inmensas energías interiores a nuestra disposición para que nuestra tierra sea un paraíso. Para el paraíso de los cielos no tenemos cronista viviente, ni capacidad para el aburrimiento contemplativo. Santiago Grimani
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