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miércoles, 28 de septiembre de 2011

El reto de los 30 libros - día veintiséis

La consigna del día es: un libro que asocie con la música que le gusta.



Un libro que asocio con la música que me gusta bailar:

El sarraceno, de Robert Shea.




Dos tomos que me tuvieron en el aire. Me enamoré de Daoud o de David de Trebisonda (como se llama en tierras de los infieles). Amé su cuerpo, sus modos, su voz, su andar, sus palabras, su historia. 

No soy una enamoradiza de los personajes, es más, generalmente a los personajes adorables siempre les encuentro un defecto que hace que me causen gracia o se conviertan en comunes hijos de vecino. Pero Daoud... Daoud parece inventado para mí, escrito para mí, para mis ojos y mis entrañas. Si al final del libro hubiese una dirección a la cual escribir para pedir que me enviaran un hombre así, pues yo hubiese escrito.

Voy a usar la palabra nueva que aprendí de Chinchiya: spoilear. Para decir que lamento si estoy "spoileando" pero que Daoud se muera es lo peor que pudo hacerme el autor. Casi me muero con él. Y si leí las pocas páginas que quedaban después de ello (la historia ya estaba toda cocinada, eran puro biri biri para cerrar el libro) fue con la esperanza de que en alguna línea resucitara o que lo de la muerte hubiese sido una mentira para engañar a Simón. Hasta eso le hubiese perdonado a Robert Shea, un giro insólito en la penúltima página con tal de que Daoud siguiera latiendo en la promesa de un tercer libro. 

Como detalle (sólo como detalle, je) cabe aclarar que con esta maravilla de personaje como centro, en el fondo aparecen historias relacionadas con las cruzadas, los hashidisha, Constantinopla, los franciscanos y los domenicos. Una belleza de novela.


El sarraceno de Robert Shea:
Dotada de un estremecedor realismo y de un poderoso sentido de la autenticidad, El sarraceno es sin duda una de las mejores novelas de Robert Shea. En ella recrea las intrigas y la violencia que sacuden la Italia del siglo XIII a través de la confrontación entre dos guerreros, un sarraceno y un cruzado, que personifican el cristianismo y el Islam. De un lado,Daoud ibn Abdullah, a quien llaman el emir blanco, un huérfano inglés entrenado para convertirse en un mameluco, uno de los legendarios guerreros-esclavos que constituían la fuerza militar de Egipto. Por toda arma lleva su espada y una bolsa llena de joyas y su misión es infiltrarse en el corazón del poder cristiano para conseguir cambiar el signo de la 
batalla que se está librando entre Oriente y Occidente. Frente a él, Simon de Gobignon, un noble joven y orgulloso, perteneciente a una de las grandes casas de Francia, aunque caída en desgracia. Cada uno de ellos luchará con fiereza y arrojo por la civilización a la que sirve, así como por el amor de la bella Sophia, a cuyos poderes de seducción resulta imposible resistirse. 
Tras el éxito de una novela de ambiente éxotico como Shiké, la publicación de El sarraceno plantea diversos de temas de interés y actualidad, como son la pugna aparentemente irreconciliable entre Oriente y Occidente, entre las culturas de raíz cristiana y las musulmanas, o las circunstancias y la evolución de los llamados “niños de la guerra”, de actualidad a raíz de los conflictos en África. La detallada reconstrucción de época de Shea se pone de manifiesto tanto en la narración de acontecimientos y en la caracterización de los personajes como, sobre todo, en la recreación del ambiente político, ideológico y religioso que impregnó toda una etapa de nuestra historia. Aun así, lo que atrapa al lector desde sus primeras páginas es el talento del autor para sumergir.

1 comentario:

graciela fernandez dijo...

¡Qué librazo, Isa! Me lo prestaste vos, y lo devoré casi de una sentada, y mirá que era gordo... Y yo también me enamoré del protagonista.
No se consigue por ningún lado, salvo en Mercadolibre, pero creo que lo han reeditado en España.

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